miércoles, 21 de septiembre de 2016

El diálogo suspendido

Editorial del periodico La Información
La suspensión del diálogo político entre la asociación de partidos de Gobierno, encabezada por el PLD, y la asociación de partidos de la oposición encabezada por el PRM, pone al descubierto la forma en que se comporta la dinámica política en el país. Se trata de un continuo “forcejeo”, donde predominan las “mañas”, la “malicia” y la ambición por maximizar las cuotas de poder, que se ponen en movimiento en el marco de una débil o inexistente institucionalidad legal-racional que hace del ejercicio político una práctica desregulada, donde se impone el más hábil o fuerte en un esquema de informalidad emocionada. En ese contexto, la institucionalidad democrática resulta una “ficción” utilizada en el mejor de los casos como un pretexto argumental.

   
Se percibe que la asociación de intereses políticos oficiales tiene como referencia motivacional su expresiva vocación monopólica que lleva a sus dirigentes a querer controlar todas las instancias del poder institucional formal del Estado, especialmente los espacios estratégicos como son la JCE, el TSE, la Cámara de Cuentas, así como los órganos superiores de la Justicia que le ha permitido al grupo gobernante blindarse frente a los ataques de sus enemigos y apertrecharse para atacarlos y mantenerlos divididos y así garantizar un dominio hegemónico de la política hasta su monopolización total, con el propósito larvado y no manifiesto de consolidare como nueva clase política gobernante y dominante. Se trata de la construcción de un poder político articulado y muy bien gestionado con vocación de muy largo plazo.
   
Por su parte la asociación opositora, intuyendo esa vocación totalizante del grupo gobernante, quiere aprovechar la ocasión del diálogo para disminuir las posibilidades del oficialismo de controlar esas instancias estratégicas que determinan el control político y de esa forma crear las condiciones de un juego político más equilibrado que enrumbe al país por los senderos de la democracia. El argumento es que los órganos árbitros que dictaminan y determinan la conquista del poder político, no pueden ser conformados por dirigentes de partidos, sino por ciudadanos independientes, con honestidad y capacidad reconocida, de modo que puedan estar en condiciones de arbitrar procesos electorales limpios y transparentes de los cuales salgan electas autoridades legítimas y confiables. Sin embargo, la oposición, salvo excepciones, como expresión de la sociedad política dominicana, está afectada por la cultura del “oportunismo” y del “pragmatismo” electoralistas, distorsiones que se sintetizan en el patrón cultural del “dame lo mío”, lo cual conduce a la política como negocio.
   
Bajo esas motivaciones encontradas y contradictorias la oposición ha decidido retirarse del diálogo político coordinado por Monseñor Agripino Núñez Collado, poniendo en evidencia la necesidad que tiene el partido oficial de contar con el quórum de la oposición, para que del diálogo salga una fórmula que conforme a la oposición. Se ha de esperar que el diálogo se reanude y finalmente dé como resultado probable una composición de los órganos en disputa, donde el oficialismo sacará las ventajas deseadas, al tiempo de lograr la acomodación de la oposición y/o mejor su disolución como bloque opositor.

¡Un resultado conveniente para los oficialistas e inefectivo para la oposición!      

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