Por: Dr. Carlos Pérez, PhD.
En
lo referente a la enseñanza de la ortografía, aplicación y aprendizaje,
existen muchos, teóricos que han expresado sus inquietudes, pero, a
pesar de los esfuerzos hechos las dificultades en el uso correcto de la
escritura aún persisten en todos los niveles sociales y profesionales
que se desempeñan en las diferentes áreas del conocimiento y, por
supuesto, entre los estudiantes, sin importar en el grado académico que
cursen.
Si
se parte de la realidad en relación a las dificultades que presentan
los estudiantes en el uso correcto de la lengua escrita, se debe
concluir que los maestros deben tener como objetivo en la enseñanza de
la gramática que sus alumnos tengan la competencia necesaria en el
manejo de la ortografía; de manera que un buen dominio de ésta
repercutirá de manera significativa en una correcta expresión oral; esta
reflexión induce a precisar que, si lo oral merece atención
lingüística, la misma consideración requiere la ortográfica.
A
las dificultades naturales e históricas en la enseñanza de la
ortografía en el mundo hispánico y en caso particular en la República
Dominicana, se adiciona la falta de un buen texto en el que se traten
con profundidad los diferentes aspectos que convergen en la plasmación
gráfica de la lengua, así como los limitados conocimientos que poseen
algunos educadores, los cuales en sus prácticas pedagógicas transmiten
informaciones que contravienen el correcto uso de la lengua escrita y la
indiferencia de los que imparten asignaturas diferentes a la lengua
española; de manera que los docentes deben tener claro el valor social
axiomático de la escritura y por eso la ortografía debe ser enseñada en
las clases con rigor y coherencia.
La
educación lingüística, no es una labor formativa exclusiva de la clase
de lengua; es decir, que en todas las asignaturas deben corregirse las
incorrecciones ortográficas de los escritos de los colegiales, la
enseñanza de la ortografía debe ser sistemática y cualquiera ocasión en
que se presente la necesidad de orientar al alumno debe ser aprovechada,
sin importar la asignatura.
La
ortografía no puede estar aislada del resto del aprendizaje; en tal
sentido, esta acción educativa puede despertar interés en los alumnos y,
cuando su calificación en matemática, química, sociales entre otras,
disminuya como resultado de la inexactitud ortográfica, empezarán a
tener en cuenta la idea de que hay que escribir correctamente la lengua
materna; partiendo de esta realidad se precisa que para alcanzar una
enseñanza adecuada de la ortografía se hace inminente la toma de
conciencia de profesores y alumnos, como comunidad inmersa en un proceso
de formación de los límites de una asignatura específica: la clase de
español.
La
metodología en la enseñanza de la ortografía utilizada por los
educadores en República Dominicana se limita, en gran medida, a
ejercicios de aplicación de reglas, dictados (texto leído por el
profesor), entrega de un texto, pero con espacio en blanco, que el
alumno tiene que completar con las palabras correctas, formación de
familias de palabras (explicación del significado después de ponerlas en
la pizarra; composición de oraciones utilizándolas), uso del
diccionario, silabeo en palabras difíciles, escritura de cada palabra en
el pizarrón, repetición de palabras escritas de manera incorrectas en
su cuaderno de trabajo.
Se
ha señalado que conviene efectuar cambios en la enseñanza de los
contenidos ortográficos para evitar la perseverancia de las dificultades
en la notación convencional y, aunque la respuesta se incline a señalar
a los niveles de escolaridad básica, es posible que también deba
considerarse la necesidad de transformar ciertas prácticas pedagógicas
vigentes en la formación universitaria acerca del aprendizaje
ortográfico. (Matteoda y Vázquez de Aprá, 1995; Vázquez de Aprá y
Matteoda, 1997).
Murillo
Rojas (2005), en su estudio El verbo en la escritura de los niños
escolares costarricenses, platea algunos lineamientos para su enseñanza y
cita a Matteoda y Vásquez (1997), cuando al referirse al
tema en cuestión, “la enseñanza de la ortografía, presenta tres
dimensiones: una, lingüística, relativa a la caracterización del sistema
ortográfico en la representación escrita del lenguaje; otra,
psicológica, relativa a los procesos cognitivos involucrados en el
aprendizaje escrito, en general, y en la convencionalidad ortográfica,
en particular; y, la última, pedagógica, que supone la revisión crítica
de los modelos vigentes de intervención educativa y transformación de
las estrategias pedagógicas en el dominio ortográfico” (p. 26).
Se debe reconocer que la ortografía es una disciplina difícil de enseñar, muchas
veces provocada por la metodología empleada tradicionalmente por los
educadores para su enseñanza y la poca creatividad; situación puesta de
manifiesto por los educadores del mundo hispánico y particularmente en
la República Dominicana, en relación a su enseñanza, permite pensar en
la falta de un marco referencial orientador de las prácticas áulicas y
la aversión por la lectura de muchos escolares.
Es
importante precisar que a veces la sola evocación del nombre
ortografía, hace cambiar la disposición de los estudiantes para un
aprendizaje significativo; tomando en cuenta esta circunstancia se debe
imponer una actitud reflexiva de los educadores para crear estrategias
que motiven a su aprendizaje, es decir, habilidades que provoquen
entusiasmo en el alumno.
La
adquisición del manejo correcto de la lengua escrita, supone una
instrucción especial y delicada de los sentidos en la que intervienen la
memoria visual y motriz, la atención y la inteligencia; a esta realidad
se agrega la influencia del medio ambiente y la familia, ya que el
estudiante por lo regular pasa mayor tiempo en su hogar y en su entorno
que en el centro educativo.
Son
relativamente recientes las investigaciones y los ensayos que abordan
el problema de la transposición didáctica en el dominio del lenguaje
escrito (Bronckart y Schneuwly, 1996; Matteoda y Vázquez de Aprá, 1995).
El planteamiento de estos filólogos, no quiere significar bajo ningún
concepto que las preocupaciones en esta área del conocimiento, no se
hayan puesto en evidencia; de manera que desde Elio Antonio de Nebrija
(finales del siglo xv y principios del xvi) para ser más preciso, en el
año 1492, cuando aparece la primera gramática castellana, esas
inquietudes <gramaticales> han estado latente, hasta nuestros
días.
Algunos
métodos de enseñanza de la escritura presentan el lenguaje escrito como
un sistema de signos que se utiliza para reproducir el lenguaje oral;
es decir, las letras son utilizadas como un instrumento mediante el cual
se sirve la lengua oral. Sin embargo, algunos teóricos de la lengua
como Cassany (1994), Smith, (1994) Krashen (1991) precisan que no se
trata de un simple sistema de transcripción, sino que constituye un
lenguaje completo e independiente, un verdadero medio de comunicación;
tanto la lengua oral como la escrita son las dos alas del mismo pájaro;
de manera que existe una relación indisoluble entre el lenguaje escrito y
el oral.
Anna
Camps, Marta Milian, Montserrat Bigas, Montserrat Camps, Pilar Cabré,
en su libro La enseñanza de la ortografía (1990) reflexionan sobre la
enseñanza de la ortografía basada en la práctica de maestros en
distintos niveles y en las aportaciones de la psicología en el campo del
aprendizaje y del estudio de los procesos de escritura. En el texto se
hace referencia sobre cómo aprende ortografía el niño, a través de qué
mecanismo interioriza el código gráfico de la lengua, o por qué éste se
convierte en un escollo difícil de superar.
Por
otra parte, Daniel Cassany en su texto Reparar la escritura (1993) se
refiere a que una de las tareas del maestro es reparar las averías de
las redacciones: faltas de ortografía, frases perdidas, párrafos rotos,
etc. Se trata no sólo de corregir los textos de los alumnos, sino de
ayudarles a mejorar sus capacidades de expresión escrita.
Daniel
Gabarró y Conxita Puigarnau, en el libro Nuevas estrategias para la
enseñanza de la ortografía (1996) ofrecen una base teórica acompañada de
herramientas que el profesorado puede aplicar en su trabajo en el aula,
incluso con grupos numerosos.
La
educación lingüística debe concebirse por la escuela, como uno de los
elementos esenciales en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es
fundamental conocer el nivel de competencia (conjunto de conocimientos y
destrezas en el uso lingüístico) que poseen los actores de este proceso
(profesor-alumno), para crear experiencias de aprendizaje con el
objetivo de que los educandos crezcan en cuanto a usos de la lengua, lo
correspondiente a la lectura, escritura, escucha y el hablar. Estos
conocimientos y habilidades comunicativas repercutirán de manera
positiva, no sólo en la enseñanza-aprendizaje de la lengua española,
sino también en las demás asignaturas.
El
maestro es un ente fundamental en la educación lingüística de los
alumnos, constituyéndose en la persona responsable de articular el
trabajo educativo, con la responsabilidad además de coordinar todo el
accionar en el aula de clase, con el objetivo de producir cambios de
actitudes en sus discípulos, en el orden cualitativo.
La
educación lingüística debe ser concebida como un proceso educativo que
permita socializar los saberes entre docentes y estudiantes, lo cual da
la posibilidad de compartir ideas culturales, afectivas, espirituales,
sociales entre otras, mediante el uso de la palabra oral o escrita.
La
educación lingüística debe contribuir a los saberes expresivos y
comprensivos; lo que permitirá un perfeccionamiento en la competencia
comunicativa de los estudiantes. En ese sentido para lograr un
aprendizaje el profesor tiene la ineludible responsabilidad de aplicar
una metodología adecuada para alcanzar una formación de calidad, capaz
de aportar a los discentes la capacidad de aprender a aprender, se debe
contar con un proceder que permita un aprendizaje significativo, de
manera que éste desempeñe un rol fundamental para la eficacia del
proceso enseñanza-aprendizaje.
La
metodología permite el uso adecuado de la lengua para que el profesor
desarrolle la actividad docente con el menor grado de dificultad, a fin
de lograr resultados óptimos con sus alumnos. El profesor debe hacer uso
de una metodología adecuada, ya que esta constituye el enlace entre los
actores del proceso de conocimiento (discente). “El método de enseñanza
es la vía principal, que toma el maestro o maestra, en conjunto con el
alumno o la alumna” (Pedro García, 2000 p. 115).
El método no es una simple declaración, se articula con los objetivos y constituye de manera lógica y unitaria los procedimientos pedagógicos que tienden a administrar el aprendizaje, circunscribiendo en él desde la presentación y elaboración de la materia hasta la confirmación del aprendizaje.
La
transformación curricular puesta en vigencia en el sistema educativo
dominicano mediante la ordenanza 1‘95, la cual se enmarca en la reforma
del sistema educativo, planteada en el Plan Decenal (1992), establece
las competencias en el área de lengua española como una innovación.
A
partir del plan estratégico de la educación dominicana, surge un nuevo
currículo y se introducen cambios en la metodología del proceso de
enseñanza-aprendizaje de la lengua española; como consecuencia, se
abandonan los esquemas tradicionales para dar inicio a un contenido,
donde se redefinen las competencias en esta área; a partir de ahí son
tomados en cuenta los siguientes aspectos:
Competencias y producción de textos diversos
Interpretación de textos con intenciones variadas
Desarrollo de valores y actitudes a partir del uso de la lengua
Producción de análisis y síntesis de textos
Conocimientos y uso de la estructura de la lengua
Desarrollo de la identidad personal a partir de conocimientos y respeto de la diversidad social
Desarrollo de la sensibilidad y capacidad artísticas a partir de la lectura y producción de textos lúdicos y creativos
Aplicación de estrategias lingüísticas en el planteamiento y solución del problema (SEE, 1992).
A
partir de estas concepciones la escuela dominicana persigue que sus
alumnos obtengan una comunicación adecuada, fortalecimiento y valoración
de la identidad personal y social, apropiación y aplicación de los
conocimientos en diferentes situaciones, apropiación y ejercicio de los
valores humanos, expresión y comunicación a través de formas diferentes y
en contextos diversos, aplicación de proceso de razonamiento,
conceptualización, juicio crítico, creativo y resolución de problemas en
situaciones diversas.
La
educación lingüística de los estudiantes dominicanos de los niveles
básico, medio y la modalidad de adultos, debe estar enmarcada en los
conocimientos y usos de las observaciones mediante las funciones de la
lengua, producción de textos orales y escritos, construcción de ideas e
informaciones, conceptos y hechos, comprensión del desarrollo
sociocultural de la lengua española; estas acciones formalizan el
conocimiento de unidades lingüísticas.
La educación en el nivel básico en la República Dominicana, área de lengua española, tiene como propósitos generales:
Comunicarse y expresarse de manera oral y escrita con libertad y espontaneidad, partiendo de sus experiencias sociales y culturales.
Conocer,
comprender y analizar su entorno natural y sociocultural, asumiéndolo
con actitud crítica y creativa, a partir del uso de la lengua.
Internalizar
y usar la lengua para el desarrollo y vivencia de valores y actitudes
enriquecedoras de la condición humana para la solidaridad y la justicia.
Utilizar
la lengua para su formación como sujeto libres, democráticos y
participativos en el intercambio social, tanto dentro como fuera de su
grupo (diálogos, debates), para la formación de la capacidad de
escuchar, entender, analizar, discutir, interpretar, razonar y
argumental ante hechos, situaciones y grupos.
Continuar
el desarrollo de la creatividad y de las aptitudes artísticas empleando
diversos sistemas de expresión y comunicación en relación con su uso
auténtico y personal de su lengua.
Desarrollar
competencias de comunicación oral y escrita para su crecimiento
personal y un mejor desenvolvimiento en el intercambio social adoptando
una actitud de escucha, tolerancia y crítica ante las opiniones de los
otros.
Desarrollar
las competencias lingüísticas ampliando el conocimiento de la lengua,
sus reglas y sus aspectos formales y funcionales.
Ampliar la capacidad de uso de los actos de habla en situación de comunicación: dialogar, narrar, describir, argumental.
Comprender
y producir discursos de diferentes tipos en contextos diversos: la
familia, en la comunidad, en la escuela, en las organizaciones
comunitarias y en otras instituciones.
Continuar
el desarrollo de su capacidad de expresión, comprensión y producción de
discursos, tomando en cuenta la relación entre entonación, ritmo y
sentido.
Comprender y producir textos, tomando en cuenta diferentes modelos de organización del discurso.
Comprender,
valorar y emplear en la escuela y fuera de ella la diversidad
lingüística para el desarrollo de su identidad personal, social,
religiosa y nacional.
Ampliar
sus competencias intelectuales en la comunicación lingüística para el
desarrollo personal y social: capacidad de razonar, analizar, discernir,
valorar, juzgar.
Utilizar
la lengua para promover la capacidad de investigación, indagación,
búsqueda, descubrimiento, para el conocimiento de su realidad, el
planteamiento y solución de problemas.
Leer
y comprender obras literarias para apreciar el valor artístico y
desarrollar la imaginación, la creatividad y el sentido estético.
Apreciar la lectura como fuente de placer, información y aprendizaje.
Utilizar la lengua de manera crítica, sin discriminación de raza, sexo, condición social o procedencia geográfica.
Desarrollar
actitud y destrezas para el trabajo en las situaciones en que
interactúe en el proceso de utilización de la lengua. (SEE, 2000, pp.
81-82).
Estos
propósitos parten de criterios firmes y viables, puesto que participan
en ellos: escuchar, hablar, leer y escribir, que deben predominar para
que el alumno logre una comunicación lingüística adecuada; de madera que
en ellos se conjugan: destreza, actitud comprensión, descubrimiento,
análisis, creatividad, expresión, entre otros aspectos esenciales en la
educación lingüística de los alumnos. Los estudiantes al llegar al
centro educativo, poseen competencias lingüísticas que han adquirido
tanto en su entorno social como en el familiar, realidad esta que la
escuela tiene la responsabilidad de leer y releer en el marco de la
correspondiente programación lingüística-educativa.
Una
buena educación lingüística resulta fundamental para que el alumno
construya y deconstruya textos de índole varia al unísono con su edad
cronológico-escolar, lo que redunda en el desarrollo de las capacidades
comprensivas, expresivas y metacomunicativas. “La educación lingüística y
literaria en las aulas debe contribuir también a ayudarles saber hacer
cosas con las palabras y, de esta manera, a adquirir el mayor grado
posible de competencia comunicativa” (Carlos Lomas, vol. I, p. 20).
De
la aseveración de Carlos Lomas, se colige que el profesor debe tener
las habilidades necesarias para enseñar al alumno, a no limitarse a un
conjunto de conocimientos teóricos, sino que éstos tengan la competencia
creativa para llevarlo a la práctica. En este sentido se puede
puntualizar que en la medida que el maestro tenga conciencia y dominio
para la aplicación de los métodos y las técnicas el estudiante obtendrá
un mayor resultado cognitivo y práctico.
Conocer
la competencia lingüística de los alumnos contribuirá a que el docente
pueda realizar una planificación del proceso enseñanza-aprendizaje
adaptado a sus necesidades; y de esta manera posibilitar su
participación entusiasta en los procesos formativos llevadas acabo en el
aula.
La
competencia de los estudiantes dominicanos en la educación básica en el
área de lengua española, según el estudio realizado por el Laboratorio
Latinoamericano de Evaluación de Calidad en la Educación (LLECE) de la
UNESCO, así como de las Pruebas Nacionales 2001 (Subsistema de Medición
de Logros de Aprendizaje que viene aplicándose desde el 1991) y del
Estudio de Medición de Logros de las Competencias Curriculares realizado
en el año 2002, deja mucho que desear.
Respecto
al resultado del Primer Estudio Comparativo del LLECE, en relación al
desempeño de los estudiantes dominicanos en el área de lengua española,
el puntaje promedio obtenido fue de 65 puntos; la mayoría de los
escolares dominicanos obtuvo resultados por debajo del promedio
regional. Es importante precisar que en este estudio comparativo
participaron los países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Cuba, Honduras, México, República Dominicana y Venezuela; en esta
investigación el nivel de competencia de los estudiantes dominicanos en
la signatura de lengua española se ubicó en el penúltimo lugar de los
países participantes; sólo por encima de Venezuela. Los datos anteriores
revelan una formación deficiente de las competencias comunicativas de
los estudiantes en el caso del Lenguaje.
En
el año 2002, el Instituto de Formación de Maestros, llevó a cabo el
Estudio de Medición de Logros de las Competencias Curriculares del
Primer y Segundo Ciclo del Nivel Básico.
La
exploración comprendió una población muestral de 510 centros
pertenecientes a los sectores públicos, privados y semi-oficiales. La
población en estudio correspondió a un total de 71,352 estudiantes.
El
propósito del estudio era medir los logros del aprendizaje de los
escolares y en los grados que finalizan cada uno de los ciclos; se
procedió a realizar la evaluación mediante una prueba de contenidos
curriculares en las áreas de lengua española, matemática, ciencias de la
naturaleza y ciencias sociales.
En
el área de Lengua Española los resultados fueron bajos y sin
diferencias respecto al sexo y la zona de procedencia. La siguiente
tabla muestra los resultados obtenidos:
Estos
resultados son producto de los serios problemas que confrontan los
maestros para planificar y orientar los procesos de aprendizaje de los
estudiantes; de manera que según el mismo estudio, al buscar las causas
que originan la baja competencia de los estudiantes en Lengua Española
se debe a la poca coherencia entre lo planificado y lo ejecutado y entre
esta planificación y las orientaciones del currículo vigente.
La
desarticulación entre propósitos, contenidos curriculares y estrategias
que se aplican, constituye obstáculos a una apropiación adecuada por
parte de los estudiantes de aquello que se les oferta para aprender; lo
que afecta sensiblemente la calidad de los aprendizajes de la Lengua
Española en los procesos educativos en el aula.
Ante
esta panorámica, la escuela dominicana se vio compelida a la
elaboración de proyectos educativos en el área de Lengua Española para
afrontar con decisión y conciencia todo lo concerniente a la calidad de
la educación, para, de esta manera, transformar la gestión de la escuela
y lograr en los estudiantes una educación lingüística acorde con las
exigencias sociales y académicas que demandan los tiempos de la
posmodernidad.
Ante
esta urgente necesidad de descubrir y detectar las principales
debilidades e insuficiencias del proceso de adquisición, dominio y
enseñanza de la lengua materna en la escuela dominicana, tanto por parte
de los alumnos como de los maestros, la Secretaría de Estado de
Educación (SEE) realizó dos tipos de investigaciones: las del proceso
educativo en sí y las del proceso lingüístico.
Luego
de analizar los resultados obtenidos en la búsqueda de datos señalados
anteriormente sobre las complicadas limitaciones de los educadores en la
enseñanza del español, el equipo técnico del proyecto procedió a
elaborar una propuesta curricular y metodológica orientada hacia la
superación de las debilidades encontradas, no sólo en dicho proceso,
sino también en el currículo dominicano del área de lengua española.
Evidentemente, existen otras causas que inciden en los problemas en el
proceso de enseñanza del español en la República Dominicana.
Para
la producción de dicho material, los contenidos propuestos a nivel
nacional por la Secretaría de Estado de Educación (SEE) de la República
Dominicana en el documento Serie Innova 2000-2005: Transformación
Curricular y sus orientaciones pedagógicas, constituyen la base
científica sobre la que se elaboró el Modelo Institucional de Mejora
Curricular, Metodológica y de Capacitación del área de lengua española
desde una perspectiva funcional y comunicativa.
A
pesar del estudio y la puesta en vigencia a través de la ordenanza 1’95
las dificultades aun persisten en el área de Lengua Español aunque se
debe reconocer que se han experimentado algunos cambios favorables no
como se lo esperado se puede concluir, con conocimiento de causa que la
competencia lingüística de los estudiantes dominicanos es deficiente.
El
maestro es un ente fundamental en el proceso de enseñanza-aprendizaje,
constituyéndose en la persona responsable de articular el trabajo
educativo, con la responsabilidad además de coordinar todo el accionar
referente a los alumnos en el aula de clase, con el objetivo de producir
cambios de actitudes en el orden cualitativo.
El
profesor debe proporcionarles a los alumnos una variedad de lecturas,
revistas y libros de diversos temas, géneros y autores; con la finalidad
de entusiasmarlos y de esta manera darles opciones de lo que les agrade
leer y escribir de acuerdo con su capacidad e intereses.
Además,
el profesor debe promover la adquisición de destrezas de la
lecto-escritura, estimulando a los estudiantes a crear sus propios
poemas y cuentos; invítelos a redactar cartas, resúmenes, invitaciones,
felicitaciones, anécdotas, ensayos, chistes, informes, reportajes,
noticias, anuncios, lemas, entre otros. Otras estrategias que el
profesor puede utilizar para estimular a la lecto-escritura, es mediante
la interpretación de fotos, dibujos, vídeos, ilustraciones de cuentos,
composiciones musicales y letras de canciones.
El
profesor tiene la responsabilidad de orientar y dirigir el accionar
aulístico, hacer uso de los métodos y las técnicas necesarias para
llevar a cabo la labor docente con eficacia; de manera que el alumno
adquiera estándares ortográficos, mediante los recursos auditivos,
visuales, gnósicos y motrices, los que deberán reiterarse hasta
conseguir en ellos el hábito de la escritura correcta y no la
memorización. El profesor debe fomentar y motivar al alumno de la
necesidad de trasmitir sus ideas y emociones a través de uso correcto de
la lengua escrita.
El
profesor para obtener éxito en el proceso de enseñanza-aprendizaje de
la ortografía; debe estimular el interés de los alumnos de escribir
correctamente, programar metódicamente el aprendizaje, crear un ambiente
positivo de los alumnos en relación a la ortografía, motivar a usar las
normas ortográficas establecidas por la Real Academia de la Lengua
Española y corregir de inmediato los errores cometidos.
El
docente debe conocer las limitaciones ortográficas del alumno, mediante
una evaluación previa para determinar la realidad objetividad de los
niveles de competencia ortográfica de éstos y a partir de ese contexto
planificar sus actividades; en base a una labor educativa individual y
colectiva; debido a los saberes de cada estudiante, cuyos conocimientos
previos son utilizados como base de lo que aprenderá después. Al momento
del profesor planificar debe tomar en cuenta, por qué, a quién y cómo
enseñar; logrando con esto atender a las necesidades de individuales,
así como las circunstancias que le rodean; de este modo las
posibilidades de que el aprendizaje sea exitoso aumentarán de manera
significativa.
Los
niveles de conocimientos adquiridos por el alumno se deben ir evaluando
de manera sistemática para determinar el progreso adquirido por éste,
con ello además se podrá establecer, si el método utilizado en el
proceso de enseñanza-aprendizaje de la ortografía debe continuarse,
cambiarse o modificarse. De manera que el maestro debe tener un control
absoluto de las destrezas que van adquiriendo sus discípulos para poder
establecer estrategias eficaces que posibiliten superar las dificultades
ortográficas.
Las
observaciones del maestro permitirán tener una visión objetiva del
progreso o no de cada alumno, en el uso correcto de la plasmación
gráfica de la lengua; y tomando en cuenta los resultados obtenidos,
diseñar estrategias adaptadas a sus necesidades, que viabilicen superar
las dificultades encontradas y así lograr el cumplimiento de los
objetivos trazados.
El
maestro debe tener siempre claro que aprender a escribir correctamente,
es una tarea muy compleja para los alumnos, de manera que en cada
actividad que éste realice, se impone una actitud reflexiva; que debe
estar dirigida con paciencia y conciencia. El profesor tiene que ir
registrando cada uno de los cambios positivos de los alumnos, así como
las dificultades y las confusiones; esto posibilitará establecer
estrategias que para reforzar los logros y superar las debilidades.
La
enseñanza de la ortografía a través del tiempo ha sido motivo de
preocupación para los profesores; especialmente para aquellos más
comprometidos y conscientes de la importancia de la necesidad del uso
correcto de la lengua escrita en los alumnos. Cada día los objetivos
programáticos planteados en el currículo de la lengua española, en los
diferentes niveles que conforman el sistema educativo dominicano, son
más exigentes.
Los
materiales didácticos son usados como recursos pedagógicos para apoyar
las actividades del docente en procura de que el estudiante adquiera un
aprendizaje significativo y funcional, con la menor dificultad o
simplemente sin problemas en los aspectos relacionados con
el pensamiento, el lenguaje oral y escrito, la imaginación, la
socialización, el mejor conocimiento de sí mismo y de los demás; el uso
de los materiales didácticos, en cualesquiera de las áreas del
conocimiento, ha ido cada día tomando mayor importancia en la educación
contemporánea. Las memorizaciones compelidas han desaparecido de los
educadores que se proyectan hacia la posmodernidad, abriendo un espacio a
la estimulación de los sentidos y la imaginación a través de los
recursos didácticos.
Los
recursos o materiales didácticos; “son los medios, equipos y materiales
que se utilizan durante el desarrollo de las actividades de
aprendizaje. Posibilitan la integración del niño/niña con el medio”
(SEE, 2000, tomo I, p. 5).
De
manera que desde los primeros grados de la educación surge la necesidad
de utilizar materiales didácticos como pizarra, borrador, tiza,
cuaderno, libro, lápices, revista, diccionarios, fichas, carteles,
rótulos, tarjeteros, franelógrafos, entre otros, para facilitar,
mediante la visualización y la manipulación de realidades concretas, la
captación de sentidos, ideas y conceptos.
Esto
quiere significar que el uso de los diferentes recursos en el nivel de
la educación básica con un método adecuado posibilitará el aprendizaje
de la ortografía en los alumnos; en tal sentido el maestro debe ser
ingenioso en la producción de materiales para realizar una labor
educativa exitosa. El maestro de los primeros grados debe ver en ellos
un aliado que le permita alcanzar sus objetivos de forma agradable y en
muchos casos a bajo costo.
Los
materiales didácticos facilitan el aprendizaje de los discentes y por
supuesto el trabajo del docente, de manera que éstos juegan un rol
fundamental en el apoyo de los procesos de reforma. Dan sentido al plan
de clase, el cual posibilita la organización de una serie de elementos
psicopedagógicos, armonizados con los contenidos de la asignatura para
la cual fue diseñada con el propósito de fortalecer la
enseñanza-aprendizaje de los alumnos.
A
pesar del aporte que ofrece la tecnología en la educación con el uso de
los medios audiovisuales, los materiales didácticos tradicionales
(carteles, rótulos, tarjeteros, diccionarios, entre otros) continúan
siendo de gran importancia, debido a su accesibilidad y conveniencia,
los cuales pueden diseñarse y adaptarse a una amplia variedad de
enfoques y objetivos de enseñanza. No requieren de ningún equipo o
accesorio para acceder a los mismos y su costo de distribución y
reproducción es bajo. Son ideales para la enseñanza y aprendizaje de
contenidos con un alto nivel de abstracción.
Los
materiales didácticos, en el proceso de la enseñanza-aprendizaje de la
ortografía, tienen una gran significación, no sólo desde el punto de
vista cognitivo, sino también desde la visión sociocultural y de los
procesos de mediación en el aprendizaje. Ellos relacionan contenidos o
saberes culturales y cubren una importante función entre el alumno
y el docente; en tal sentido el profesor o equipo técnico de
elaboración de materiales didácticos debe tener la visión de concebirlos
de forma que propicien la comprensión de los contenidos para que
ocasionen en los estudiantes la cimentación para un conocimiento
significativo, que permita la abstracción crítica de lo que se lee y sobretodo la capacidad de aplicación de los comprensiones adquiridas en los momentos que sean necesarios.
Al momento de elaborar materiales didácticos se debe toma en cuenta:
A quien va dirigido
Relación del contenido con las actividades
Dar sentido a los contenidos
Competencia que se quiere lograr en los alumnos
Que sea motivador
Relevancia cognitivo
Ubicación de los alumnos o participantes claramente en el contexto
Presentación del material de lo simple a lo complejo
Provocador
Secuencias de las actividades
Evaluación del aprendizaje logrado
Una
de las dificultades que limita la eficacia en la enseñanza de la
ortografía en la educación dominicana en los niveles básico y medio, lo
es la falta de un buen texto, como recurso didáctico, donde la
ortografía se enfoque con objetividad, coherencia y rigor pedagógico
fundamentado en la competencia de los educandos. De manera que los
textos son deficientes, rudimentarios e irregulares.
A
esta realidad se agrega la falta del recurso didáctico de la biblioteca
escolar; es decir, que en los centros educativos prácticamente este
medio de instrucción está ausente, la poca creatividad o ingeniosidad,
falta de utilización de la lectura como medio para determinar las
palabras desconocidas y así el alumno estar al corriente de la grafía de
las mismas.
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lunes, 10 de febrero de 2014
ACECHOS A LA ENSEÑANZA DE LA ORTOGRAFÍA EN LA EDUCACIÓN DOMINICANA
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