miércoles, 3 de septiembre de 2025
Como lograr un absoluto respeto de las leyes
(IA)
Lograr un absoluto respeto de las leyes es un ideal ambicioso, pero no imposible si se trabaja desde múltiples frentes, espacios de responsabilidad institucional e individual, lograr el respeto a las leyes necesita que los líderes de todas las áreas sirvan de referentes.
Enseñar el valor de la ley como herramienta de justicia y convivencia, es un propósito posible en una sociedad desorganizada. De hecho, podría ser más necesario que nunca en ese contexto, es ahí donde la motivación debe potenciarse para la organización comunitaria y asumir el liderazgo de promoción del respeto a las leyes y así fortalecer la ética, la moral y la actividad cívica de convivencia sectorial.
La desorganización social suele estar marcada por la falta de normas claras, desigualdad, o desconfianza en las instituciones.
Introducir el concepto de ley como algo que protege derechos, promueve la equidad y regula conflictos puede ayudar a reconstruir el tejido social.
La enseñanza del valor de la ley no requiere que la sociedad ya esté organizada; al contrario, puede ser el punto de partida para generar conciencia, respeto mutuo y sentido de comunidad.
En escuelas, comunidades, y espacios públicos, se puede fomentar el entendimiento de la ley como algo que nos pertenece a todos, no como una imposición externa.
En contextos desorganizados, los cambios suelen venir desde lo local: líderes comunitarios, docentes, jóvenes comprometidos.
Enseñar el valor de la ley puede empoderar a las personas para exigir justicia, participar activamente y construir convivencia.
Muchos movimientos sociales han surgido en contextos caóticos, y han usado el lenguaje legal para reclamar derechos y redefinir el orden. Por ejemplo, el movimiento por los derechos civiles en EE. UU. o las luchas por justicia en América Latina.
Así que sí: enseñar el valor de la ley en una sociedad desorganizada no solo es posible, sino que puede ser una estrategia poderosa para transformar esa sociedad desde sus cimientos.
Incluir en los programas escolares contenidos sobre derechos, deberes y ética ciudadana.
Garantizar que las instituciones encargadas de aplicar la ley sean transparentes, eficientes y libres de corrupción.
Promover la independencia judicial y el acceso equitativo a la justicia.
Fomentar espacios donde los ciudadanos puedan expresar sus opiniones y participar en la creación o modificación de leyes. Nuestros legisladores deberían ejecutar programas de socialización con las organizaciones que ellos representan en el poder legislativo, escuchar a los líderes comunitarios, las asociaciones barriales podría ser asequibles a la elaboración o cooperación de documentos, informaciones para concienciar a la comunidad sobre el respeto a las leyes establecidas.
Apoyar mecanismos como cabildos abiertos, consultas populares y observatorios ciudadanos.
Los gobernantes y figuras públicas deben ser los primeros en respetar y hacer cumplir las leyes. Pero no es así, en República Dominicana, periodistas que se creen la última coca cola, son los primeros violadores, policías, políticos, funcionarios, entre otras capas más bajas son los primeros violadores de las reglamentaciones, de este lado la moral vale menos que una guayaba podridas.
Como decía Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Evitar privilegios o impunidad para ciertos sectores, es lo ideal.
Asegurar que todos los ciudadanos, sin importar su posición social, estén sujetos al mismo marco legal, este ideal hay que trabarlo con seriedad.
Campañas públicas que expliquen por qué respetar la ley beneficia a todos.
Reforzar el vínculo entre legalidad y bienestar colectivo.
Este respeto no se impone, se cultiva.
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