La mayor efectividad crítica y política
provino de las redes sociales. Desde temprano varias plataformas de
twitteros lanzaron los hashtag #NoTeCreo, #DaniloMiente que
sorprendieron y desbordaron la capacidad de respuesta de los
interactivos oficiales.
1. Estética política
Durante su discurso del miércoles por la
noche, el rostro del presidente Danilo Medina parecía rígido, opaco,
acartonado y viejo. Su cara transmitía desconfianza y ausencia total de
energía. Lejos quedaba la proyección de corregir lo que está mal y por
el contrario reafirmaba lo que siempre se ha hecho.
Al percibirse como más de lo mismo, en
forma y contenido, su relato fue excesivamente deficiente si se
considera que, pese al volumen de la cobertura de 400 medios
electrónicos, su comunicación política mostraba poca conectividad con
sectores y actores importantes de la sociedad, principalmente la
juventud. Evidenciaba problemas de dicción en todo el trayecto del
discurso.
2. Contenido
Le fue imposible plantear un argumento
que hiciera creíble su cambio de posición con respecto a su postura
anterior de rechazo a la reelección presidencial.
Su intento de presentarse como un
redentor careció de efectividad y el sustento de su nueva posición fue
visiblemente débil. El panorama que intentaba trazar sobre los problemas
fundamentales de la sociedad (Salud, Educación, Empleo, Turismo, etc.)
contrasta con una cruda
realidad de inequidad reflejada en una economía con crecimiento sin
desarrollo humano, por lo que no pudo ofrecer un relato político
certero.
Danilo Medina no logro trasmitir una sola
imagen que pudiera contrarrestar en la mente publica los episodios
recientes en los cuales su gobierno fue protagonista de la prostitución
del sistema de partidos para imponer la reforma constitucional, hechos
que han calado en la sensibilidad de la opinión pública y en una parte
importante de la clase media.
El momento del discurso estuvo
convulsionado por el tema de la finalización del plan de regularización
de trabajadores migrantes y las deportaciones de los indocumentados. Si
bien Medina no tenía otra alternativa que ignorar este espinoso tema, la
opinión nacional e internacional lo ha enmarcado como una situación que
traerá una cascada de problemas como son la ineficiencia de la
implementación del plan y el sentido de exclusión por los obstáculos de
los requisitos exigidos a una población marginal que no tiene
posibilidades de cumplir con la obtención de la documentación
solicitada. Asimismo, la corrupción y abuso de la policía y los
empleados de Migración en la venta abierta de los tickets para el acceso
de los indocumentados a las gobernaciones provinciales.
Este factor hizo ruido en la fluidez de
un discurso tan importante para la estrategia electoral del oficialismo.
Los medios locales y extranjeros están destacando estos factores,
incluyendo la ausencia del tema en el discurso del presidente Medina,
fortaleciendo la percepción de un político opaco y poco transparente. La
misma noche el noticiario del canal español TVE destacaba este aspecto.
3.- Recepción del mensaje
Los principales canales de televisión
organizaron paneles con líderes de opinión que presentaron su visión
sobre el discurso presidencial
Del lado del gobierno, se presentaron dos
figuras que no reflejan la rigidez de Danilo Medina ni del PLD como son
Ramon Tejada Holguín y José Carlos Nazario, este último es un joven que
trabaja en Palacio con Holguín y que tiene buena capacidad en
comunicación política. No obstante, aunque intentaron presentar una
imagen fresca y con conocimiento, sus argumentos fueron insustanciales,
el primero quiso contrarrestar la frialdad del discurso, presentando a
Medina como cercano a la gente sobre todo por lo de las visitas
sorpresas, y el segundo, se limito a presentar un argumento flojo de que
el Presidente con la Reforma Constitucional cerraba un ciclo de
caudillismo y clientelismo, lo cual contradice los hechos precedentes
cargados de personalismo y clientelismo y una propaganda excesiva
centrada en la figura del presidente, con un uso abusivo y desmedido de
los recursos del Estado.
Igualmente, en los paneles de los medios
televisivos se presentaron figuras jóvenes independientes que si bien
presentaron una visión crítica al discurso de Medina, sus señalamientos
fueron genéricos y desconectados de una estrategia político electoral.
Del lado del PRM, solo Orlando Jorge Mera
hizo acto de presencia, que aunque sus argumentos fueron bien
expuestos, su imagen aparece asociada a la del PRD, lo que impide que
pueda jugar el rol de vocero capaz de potenciar una imagen de
diferenciación conectada con el cambio político, como la que necesita
proyectar la estrategia electoral de la oposición. Hizo falta que la
candidatura de Luis Abinader y la Convergencia por un Mejor País,
utilizando la gran batería de intelectuales con la que cuenta,
presentara un cuadro argumentativo crítico y con profundo conocimiento
que contribuyera a desmontar los falsos argumentos del Discurso.
La mayor efectividad crítica y política
provino de las redes sociales. Desde temprano varias plataformas de
twitteros lanzaron los hashtag #NoTeCreo, #DaniloMiente que
sorprendieron y desbordaron la capacidad de respuesta de los
interactivos oficiales. Varios medios de comunicación dan cuenta del
impacto que produjo la acción comunicativa en red, fue sorprendente el
rechazo de la figura de Danilo Medina entre sectores jóvenes, lo cual
resulta relevante por la naturaleza y el peso de este nicho electoral.
El hecho revela un nuevo y
decisivo actor que esta arrancando con una potencia notable en la
actual campaña electoral: las redes sociales. Esto quiere decir que
dentro de cualquier estrategia política hay que considerar esta variable
incontrolable que disloca el poder de manera espontánea pero con alta
efectividad.
Los 140 caracteres de un twitter podrían
ser, no la única, pero si una de las armas más efectivas de la oposición
para enfrentar el desbordamiento de recursos del gobierno, la inequidad
electoral a toda vista y la presencia de una imagen gastada como está
resultando la del presidente reeleccionista Danilo Medina, de poca
credibilidad y que coloca nuestra democracia frente al dilema de cambio
político o continuismo.
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