Por Carlos Cota Lama--
Para nadie es un secreto que tradicionalmente en el mundo entero, los organismos de inteligencia que velan por la seguridad nacional, tienden a intervenir los teléfonos a funcionarios, legisladores, empresarios y a cuantas personas deseen hacerlo con el objetivo de poder detectar cualquier pretensión que pudiese poner en peligro la estabilidad de los gobiernos, pero también para poder contrarrestar el crimen organizado cuyo fuerte hoy día es el narcotráfico, el lavado de dinero y la trata de personas.
Para nadie es un secreto que tradicionalmente en el mundo entero, los organismos de inteligencia que velan por la seguridad nacional, tienden a intervenir los teléfonos a funcionarios, legisladores, empresarios y a cuantas personas deseen hacerlo con el objetivo de poder detectar cualquier pretensión que pudiese poner en peligro la estabilidad de los gobiernos, pero también para poder contrarrestar el crimen organizado cuyo fuerte hoy día es el narcotráfico, el lavado de dinero y la trata de personas.
La
Constitución de la República Dominicana, habla del respeto a la
privacidad, ahora bien a la privacidad que se refiere nuestra
Constitución es a la del bien común y no para las personas involucrarse
en acciones que puedan vulnerar la seguridad nacional a través de las
llamadas conspiraciones, pero tampoco constituirse en carteles del
narcotráfico internacional y dedicarse a otras acciones reñida con las
leyes nacionales y con las buenas costumbres, con las que solo logran
hacerle daño a la gran mayoría de los ciudadanos.
Estas
escuchas telefónicas siempre han existido en la República Dominicana,
no solo por parte de las autoridades de seguridad nacional, del
Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (indotel), sino también
por personas de la clase civil, que durante toda su vida se han dado a
esta tarea de manera ilegal, en muchas ocasiones para vender
informaciones y el otros casos hasta para chantajear a los que han sido
espiados, pinchándole sus teléfonos celulares, residenciales y
empresariales.
En
el caso de las autoridades de seguridad nacional, la policía nacional y
la Dirección Nacional de Control de Drogas, este mecanismo ha servido
de gran ayuda para desmantelar muchas estructuras ligadas al crimen
organizado y en algunas ocasiones, para evitar la ocurrencia de hechos
que lamentar y debo destacar que no siempre se cuenta con la
autorización de un juez, pues el monitoreo puede hacerse y se hace
permanentemente de manera preventiva, ahora bien cuando las autoridades
competentes consideran que han detectado un caso importante y que en un
futuro no muy lejanos ameritará judicializarlo, entonces sí se solicita
la orden del juez, para esas conversaciones poder ser presentadas por el
Ministerio Público, como pruebas de las investigaciones.
La
sociedad no debe bajo ningún concepto sentirse alarmada por esta
situación, pues lo que debe es ser responsable de lo que habla y las
cosas importantes y que revisten algún tipo de confidencialidad
conversarlas de manera personal.
Pero
además si usted como ciudadano o ciudadana no está involucrado (a), en
ninguna acción ilegal, que le pueda comprometer civil o penalmente,
menos, pues hay quienes hablan en clave de sus andanzas ilegales
pensando que van a despistar a las autoridades como el caso de Quirino,
que mientras iba a recibir los cargamentos de drogas, conversaba por el
teléfono que le llegarían los caballos, caballos estos que nunca
existieron y que lo llevaron tras las rejas.
Los
ciudadanos y ciudadanas que actúan de manera correcta, que conocen bien
sus derechos, pero que también cumple con sus deberes, no tienen por
qué preocuparse, porque lo que siempre hablan por sus teléfonos en nada
les compromete, los que si tienen que estar preocupados, son los que
están vinculados al bajo mundo, al narcotráfico, al sicariato, al lavado
de dinero, a la corrupción, a la trata de personas, a los
secuestros, en fin a todos los delitos penalizados por las leyes,
porque a esos sí que se les está cerrando el cerco con la modernización
tecnológica de los equipos radioescuchas.
En
mi caso particular, nunca me he preocupado porque me hayan intervenido
mis teléfonos como funcionario del gobierno, como empresario o como un
simple ciudadano, pues cuando hablo por los mismos lo hago como si
estuviera frente a la persona con quien converso, nunca he tenido dos
caras, ni doble moral y soy alérgico a toda acción que no vaya apegada a
los principios éticos y morales que deben imperar en una sociedad
civilizada, asumiendo siempre mis responsabilidades, además de ser un
fiel creyente y contar con la protección y guía de nuestro señor Jesucristo.
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