miércoles, 17 de octubre de 2018

Confesión de un escabroso político



El informe Mente, Sociedad y Conducta elaborado por el Banco Mundial menciona que en países adonde la corrupción es una norma aceptada y no hay castigo ni sanción social para esta conducta, se puede llegar al extremo de que parte de la sociedad no respete e incluso se burle del funcionario honesto.

por: Cristian Rodriguez

corpus_19_@hotmail.com

Me senté a su lado, escuche de sus labios la palabra integridad y reconoció que fue impúdico alguna vez y que no hay forma de deprenderse de ese mal oculto. No me molesta vivir ese estilo de vida, muchos de los que nos representan en instituciones públicas y privadas son nuestros catedráticos en materia de inmoralidad, muestran constantemente los métodos corruptos que les facilitan el acaparamiento de riquezas.

 Me reiteró sin pudor que en el Estado e incluso en instituciones privadas, existen miles de formas para vivir como un príncipe, los congresistas se delatan en  pleno desarrollo de las secciones legislativas, donde se escuchan  de manera normal acusaciones de ladrón, señalando a quienes nos representan por provincias ligados a casos de sobornos  y demás actos deshonestos que exaltan esa determinación que tengo de vivir de los raptores del receptáculo económico de la nación.


Y así continúo mi rumbo, detrás de quienes viven del juego sucio, de los que aspiran a representarnos en diferentes instituciones del Estado, observa en los gastos en que incurre un candidato a diputado por nuestra provincia para lograr esa posición, mínimo 20 millones de pesos, un regidor 4 millones y el senador tiene por obligación conseguir el respaldo del partido si esta en el gobierno, pactar acuerdos con empresarios y si el candidato a senador es de la oposición, necesitará también el apoyo de su partido, requisito: deben ser representantes de la burguesía.
¿Los ideales se han desvanecidos? No, me respondió con temperamento de responsabilidad: Por naturaleza, esos ideales son diversos y suelen ser expresados en frases breves o palabras únicas que en sí mismas tienen connotaciones positivas —como, libertad ciudadana, democracia representativa, liberación nacional, autonomía personal, derechos humanos, desarrollo y crecimiento, sociedad justa, y otras similares que se han convertidos en recursos de retoricas maliciosas para lograr propósitos individuales.
La estreche de la libertad ciudadana es producto de la ambición de quienes nos representan en el Estado, a quienes elegimos para que nos representen, demuestran en los escaños que nunca estuvieron a tono con las ideas expuestas en sus discursos, se dedican a fortalecer su caudal de riquezas para distribuir migajas a cautos ciudadanos que ellos los acondicionan a vivir perennemente en la pobreza.
La corrupción podría definirse, en un sentido social, como una creencia compartida, expandida y tolerada de que el uso de la función pública es para el beneficio de uno mismo, de la propia familia y de amigos.
Mediante el estudio de nuestro comportamiento evolutivo y la resolución de dilemas morales, se observó que, sin importar cultura, edad, clase social o religión, el hombre es corrupto por naturaleza: piensa primero en el bien propio y luego considera reglas morales y sociales; sus castigos y sus percepciones. No realizar actos de corrupción implica una actitud prosocial frente a una actitud exclusivamente en pos del bien individual. La ley y la mirada social influyen positivamente en nuestra conducta.


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